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ASTRONOMÍA

Los dioses hawaianos empujan su telescopio gigante hacia Canarias

EE UU busca alternativas a Hawái tras pararse la construcción de un telescopio en una montaña sagrada

Javier Salas

¿Imaginan que se decidiera levantar el mayor telescopio europeo sobre la Basílica de San Pedro en el Vaticano? Supongamos que ese lugar sagrado para los católicos tuviera inmejorables condiciones para la observación del espacio, ¿conseguiría construirse? Muchos hawaianos están viviendo una situación similar desde hace décadas, cuando la NASA comenzó a aprovechar las magníficas condiciones de las montañas sagradas de Hawái para hacer ciencia, construyendo allí los mayores telescopios del mundo. Ahora se iba a construir el más grande, pero los dioses parecen haber ganado una batalla que podría beneficiar al observatorio canario de La Palma.

El director del Astrofísico de Canarias asegura que La Palma está entre las alternativas: el coste anual del telescopio sería la mitad que en EE UU

El volcán Mauna Kea, algo así como el Olimpo de las divinidades hawaianas, alberga en estos momentos 13 instalaciones científicas de primer nivel, incluidos algunos telescopios gigantes, como los gemelos Keck, de 10 metros. Los planes de la Universidad de California y Caltech pasaban por levantar allí el Telescopio de Treinta Metros (TMT, por sus siglas en inglés), dadas las excepcionales capacidades de esa montaña, la más alta del archipiélago y la más sagrada, donde todavía hay enterramientos de nativos (aunque en el sitio exacto donde se pretende construir el TMT no tiene ni tumbas ni santuarios arqueológicos conocidos).  

Hoy se puede decir que la gestión hawaiana del TMT, que pretende empujar los límites del universo observable y multiplicar el hallazgo de nuevas Tierras, ha sido desastrosa. Con un presupuesto total de más de 1.200 millones de euros, la construcción debía haber comenzado en 2014 pero las graves protestas pararon las obras y obligaron a retirar de allí todos los materiales de construcción, tras subirlos hasta los 4.200 metros de altitud en que se encuentra la cima. En diciembre del año pasado, los tribunales finalmente dieron la razón a los detractores: el permiso de construcción no ha cumplido con los requisitos legales. Y ahora se encuentran de nuevo en la casilla de salida legal.

¿Ciencia contra religión?

Se ha caricaturizado el conflicto hawaiano como un enfrentamiento entre progreso y oscurantismo. A las protestas de los nativos le siguió una reacción considerada incluso racista por parte de algunos científicos. El Tribunal de Supremo de Hawái dictaminó que los impulsores del proyecto "pusieron el carro delante de los bueyes" (PDF) al permitir el proyecto sin dejar que los disconformes se expresaran. Se concedió sin haber escuchado a las partes, algo obligatorio, tras ignorar las legítimas protestas de nativos y ecologistas por no haberse observado la ley durante el proceso.

La líder del movimiento contra la construcción del TMT es Kealoha Pisciotta, que no es ajena a la ciencia sino todo lo contrario: trabajó durante 12 años como operadora de los telescopios. "Si el proceso no tiene integridad, tampoco lo tendrá el resultado", dijo Pisciotta al New York Times al conocerse la decisión del Supremo. "Este es un caso muy simple sobre el uso del suelo", aseguró. Las universidades apenas pagan por el alquiler de un terreno público protegido tanto cultural como medioambientalmente. En 2005, un informe de impacto ambiental encargado por los tribunales concluyó que 30 años de observatorios habían deteriorado el estado cultural y natural del entorno. "Esto no es ciencia contra la religión. Nosotros no somos la Iglesia. Vosotros no sois Galileo", afirmó Pisciotta.

En ese momento, hubo un hombre en España que demostró tener muy buenos reflejos: el director del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), Rafael Rebolo, escribió al consejo científico del TMT para proponerles una salida canaria. Cuatro miembros de ese consejo, incluido el responsable del proyecto, Gary Sanders, visitaron el pasado marzo las instalaciones del Observatorio del Roque de los Muchachos, en la isla de La Palma, para conocer el lugar. Este mes de abril, anuncia Rebolo, una comisión técnica de cinco personas visitará de nuevo el Roque para recoger información más detallada.

"Por lo que tengo entendido, estamos entre las alternativas, junto a dos localizaciones en Chile y otra en México", afirma el director del IAC, organismo del que dependen los observatorios canarios. La prensa de India incluye entre los candidatos al Observatorio Indio de Astronomía de Hanle, dado que es uno de los países que financia el TMT junto a Canadá, China y Japón. Con mucha cautela, Rebolo afirma que para mayo la lista se habrá reducido a dos localizaciones que pudieran sustituir a Hawái. Consultado por Materia, el TMT asegura que no hay plazos establecidos ni alternativas en firme: "Mauna Kea sigue siendo la primera opción. La junta directiva dio a principios de este año el visto bueno para estudiar una lista de sitios, algunos nuevos, que sirvieran de plan B en caso de que el TMT no se construya en Hawái", explica un portavoz, Scott Ishikawa.

Puede pasar demasiado tiempo hasta que la Universidad de Hawái, que es quien pide permiso para el TMT, logre alquilar esos terrenos públicos protegidos por su valor cultural. Y puede que les digan que no, como sucedió la última vez que se trató de ampliar el observatorio, en 2006, para colocar unos estabilizadores para los telescopios Keck. A la desesperada, el gobernador del Estado, David Ige, ofreció a los opositores un trueque: el nuevo telescopio a cambio de desmantelar una cuarta parte de los demás. El TMT tiene prisa porque su gran rival europeo de 39 metros, el Telescopio Extremadamente Grande (E-ELT), ya ha comenzado a construirse en el Cerro Armazones de Chile y empezará a usarse en 2024. El TMT tenía previsto ver su primera luz en Mauna Kea algo antes, pero ahora está en fuera de juego.

Los responsables del TMT subieron esta fotografía a Facebook durante su visita al observatorio de La Palma.
Los responsables del TMT subieron esta fotografía a Facebook durante su visita al observatorio de La Palma.

En Canarias, todo serían facilidades. Los científicos californianos se reunieron en La Palma con las autoridades políticas de todos los niveles, que les garantizaron apoyo total. Desde el punto de vista social, los observatorios son motivo de orgullo y hasta se cuenta con una Ley del Cielo que compromete a los ciudadanos canarios a sacrificarse con menores niveles de contaminación lumínica. "No hay ciencia que se pueda hacer en Hawái que no pueda hacerse en La Palma", asegura Rebolo. Allí, en el Roque, se ubica una docena de telescopios de primer nivel, entre los que está el más grande del mundo (hasta que llegue el E-ELT), el Gran Telescopio de Canarias.

Aunque el Roque se encuentra solo a 2.300 metros de altitud sobre el mar, las condiciones de observación son casi tan buenas como en Mauna Kea. Buena prueba de ello es que en los últimos años ha atraído importantes instalaciones internacionales, como la red de telescopios Cherenkov. Según explica Rebolo, los investigadores californianos se quedaron pasmados al conocer el poco dinero con el que son capaces de gestionar los telescopios en Canarias: "Los costes de funcionamiento del TMT son de 40 millones anuales, nosotros podríamos hacerlo por la mitad, es mucho ahorro para un aparato con 50 años de vida prevista", apunta el director del IAC como una de las grandes ventajas de La Palma.

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Sobre la firma

Javier Salas
Jefe de sección de Ciencia, Tecnología y Salud y Bienestar. Cofundador de MATERIA, sección de ciencia de EL PAÍS, ejerce como periodista desde 2006. Antes, trabajó en Informativos Telecinco y el diario Público. En 2021 recibió el Premio Ortega y Gasset.

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