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Tentaciones
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Tentaciones estrena #EsteEsMiBarrio al otro lado del río Manzanares

Descubre la cara joven de este centro urbano que amenaza con quitarle el protagonismo 'hipster' a Malasaña y Lavapiés

Hoy inauguramos #EsteEsMiBarrio, nuestra nueva sección de vídeo en la que retratamos a  esas zonas urbanas que empiezan a sonar con fuerza entre jóvenes generaciones. En esta primera entrega paseamos por los barrios que bordean la orilla sur del Manzanares desde el distrito de Latina hasta Carabanchel; donde conviven vecinos de toda la vida con artistas plásticos, músicos, inventores del 'casering' y gente que ha dado mucha vidilla el barrio.

La nueva zona 'cool' al otro lado del río Manzanares

Si ves que los bares de toda la vida están en peligro de extinción, o reunir a más de 40 personas en un local en el centro de Madrid no es factible y sientes que lo más parecido a un barrio tradicional que has visto últimamente es un batiburrillo de franquicias, deberías empezar a abrir tus horizontes geográficos. Señores: ¡hay vida más allá de Principe Pío! Sólo tienen que cruzar el puente –el de Segovia, el de San Isidro, el de Toledo o el de Marqués de Vadillo– igual que los artistas neoyorquinos cruzaron el de Brooklyn o el de Williamsburg para conocer 'Bruclin', una nueva zona de Madrid que ha seguido la estela neoyorquina y va camino de consolidarse como barrio bohemio.

La arquitectura del barrio es reconocible: los edificios de aires soviéticos –fans del brutalismo: ¡Cruzad el río!– conviven con naves industriales reconvertidas en talleres de artistas, salas de conciertos y espacios experimentales en los que el ruido preocupa bastante poco.

Hay restaurantes vegetarianos reivindicativos como El triángulo de las verduras , que exhibe mensajes como "ETA es una Nación, Mariano Rajoy". También hay naves industriales que albergan talleres de artistas, salas de conciertos y espacios experimentales donde el ruido preocupa bastante poco.  "Aquí hay gente con verdaderos intereses, con ganas de hacer grandes cosas'. Pues eso. Bienvenidos –de vuelta– al barrio, bienvenidos a Bruclin, así, sin kas ni nada.

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