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La sequía no se debe solo al cambio climático

La falta de agua en los bosques también se explica por el crecimiento descontrolado de estos, apunta un estudio

Toma de muestras de savia de pinos rojos en Prades (Tarragona).Vídeo: Rafael Poyatos (CREAF)

Las sequías atenazan regularmente a los bosques mediterráneos. La creciente variabilidad en las precipitaciones, consecuencia del cambio climático, aumenta este riesgo. Sin embargo, no todo se debe a la transformación del clima. Un estudio publicado en la revista Agricultural and Forest Meterology apunta al papel mediador del abandono de los bosques mediterráneos en Cataluña. Los autores del trabajo argumentan que, ante la migración del campo a la ciudad durante la segunda mitad del siglo XX, el crecimiento descontrolado de los bosques facilita que sufran en mayor medida la falta de precipitaciones. A mayor número de árboles, más competencia por los recursos, aseguran.

La mayor parte de estudios sobre zonas forestales a escala regional han trabajado, sobre todo, con variables relacionadas con el estado del clima, como la cantidad de precipitaciones. Los autores del trabajo, sin embargo, emplean un modelo matemático que también tiene en cuenta la situación de los bosques y su evolución a lo largo del tiempo. Es decir, “qué tipo de vegetación hay, y hasta qué punto hay más o menos plantas”, apunta Miquel de Cáceres, investigador del Centro Tecnológico Forestal de Cataluña (CTFC) y uno de los autores del trabajo. A la investigación han contribuido científicos del CSIC y del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Los autores compararon los resultados para Cataluña del segundo y el tercer Inventario Forestal, realizados entre 1989 y 1991, y entre 2000 y 2001. Los inventarios forestales serían el equivalente a una encuesta al bosque: incluyen indicadores como el tipo de plantas que se encuentran, la superficie de sus hojas, su altura o la distribución de sus raíces. Los investigadores han comparado la situación de 8.977 parcelas incluidas en los dos Inventarios. La idea es analizar, por tanto, el efecto de los cambios en la situación del bosque. Las zonas forestales han crecido en Cataluña desde el abandono del campo durante la segunda mitad del siglo XX, hasta ocupar el 60% de su superficie. “En el segundo inventario, a finales de los años 80, los bosques aún contaban con espacio para crecer. Y cuando se hizo el tercer inventario la superficie foliar [la extensión que cubren las hojas de las plantas] se había incrementado”, relata De Cáceres, investigador del Centro para la Investigación de los Bosques Mediterráneos del CTFC.

Las zonas estudiadas corresponden a los municipios de Prades (Tarragona) y Vallcebre (Barcelona). Se trata de dos localidades de distinta pluviometría –de 664 y 862 milímetros anuales–, lo que permite a los investigadores extender las conclusiones de su análisis al conjunto de Cataluña, aunque sea de forma tentativa. Para comprobar que la información obtenida en las estadísticas fuera válida, los responsables del estudio tomaron muestras del terreno, incluyendo la medición de los flujos de agua en el terreno.

Ante la migración del campo a la ciudad durante la segunda mitad del siglo XX, el crecimiento descontrolado de los bosques facilita que sufran en mayor medida la falta de precipitaciones

Dentro del modelo se incluyeron variables como la altura de los árboles estudiados, el estado del subsuelo y su profundidad, la distribución de las raíces, o un indicador de la superficie de las hojas de los árboles. Una vez tenidas en cuenta, parte de la relación entre la disminución de las precipitaciones y el estrés por sequía –la falta de los recursos hídricos necesarios para el mantenimiento de las plantas– se explicaba por el aumento de la masa forestal.

De Cáceres admite que la información con la que cuenta el estudio es, en algunos aspectos, mejorable. “Faltan datos acerca de la profundidad del suelo y de las raíces, porque estas crecen buscando humedad”, explica el investigador. Aunque admite que es difícil de contar con este tipo de datos porque “hay que hacer catas en la roca”. Por otra parte, el investigador avanza que se el equipo está estudiando otras localidades para reforzar la validez de los resultados.

Las conclusiones del estudio ponen sobre la mesa la utilidad de las estrategias de control de la masa forestal, como la tala controlada de árboles. “Si se hace una gestión de los bosques, se reduce la cantidad de estos. Notas una relajación inmediata de las plantas que hay allí [una disminución del riesgo de que sufran por la falta de precipitaciones]. Aunque ello implica que acaben creciendo más de lo habitual, lo que obliga a una gestión forestal continuada”, apunta el investigador del CTFC. 

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